Aunque aún disfrutamos de buenas temperaturas con un otoño muy cálido, el frio se acerca. Por eso, si aún no ha encendido la calefacción es el momento de revisar para que todo esté en perfectas condiciones y evitar sorpresas desagradables a última hora.
Estos son los puntos que debe revisar antes de poner en marcha la caldera.
Comprobar la presión de la caldera
La presión adecuada de la caldera debe estar dentro de los valores que marca cada fabricante. Lo más habitual es entre 0,8 y 1,5 bares dependiendo del tipo de caldera y modelo. También hay que tener en cuenta si son valores en frio o caliente. Si no lo sabe, pregunte a su proveedor de caldera. Si su presión está a 0 quizás la instalación cuente con alguna fuga. Con presiones muy bajas, la caldera o dejará de funcionar o podría generar un problema. De igual manera, una presión muy alta podría hacer gotear por la válvula de seguridad.
Revisar los radiadores
Limpie de suciedad el radiador por las partes menos accesibles. Los radiadores cumplen su misión calentando el aire circundante. Y eso se realiza creando un flujo por el que el aire entra por la parte de abajo y detrás y sale por la parte alta caliente. Si una capa de polvo y pelusa taponan las zonas medias y bajas, la habitación no calentará adecuadamente y serán menos eficientes energéticamente.
Usar los radiadores como estantes, o como secadores de ropa es poco adecuado. Si quieres secar una prenda es mejor utilizar una silla o una percha con la ropa y colocarlas cerca, sin que esta interrumpa el fluido de aire.
Cuando el radiador esté ubicado tras una puerta, es necesario mantenerla cerrada, ya que la puerta abierta interrumpe el flujo de aire.
Puesta en marcha de la caldera y del termostato
Encienda la caldera y ponga en marcha el termostato de forma que salte la caldera, para comprobar que todo funciona correctamente.
En ocasiones, las viviendas solo cuentan con un termostato. Esto crea, en ocasiones, situaciones térmicas muy dispares dentro de la casa. Suele ocurrir que unas habitaciones están muy cálidas y/u otras frías. Bien por su tamaño, por la orientación, ubicación, aislamiento, el diseño de la instalación o por el simple hecho de que haya más o menos personas y por las actividades que realicen, las habitaciones suelen contar con diferentes temperaturas.
Para equilibrar las diferencias térmicas, se puede regular con el termostato superior o bien por la parte inferior. El termostato superior es fácilmente regulable, mientras que la parte inferior es mejor que sea regulada por un profesional.
Esta regulación compensará las diferencias, reduciendo o ampliando la velocidad y flujo de calor.
La temperatura adecuada para una habitación es de 20 grados. Cada grado de más supone un 6% más de coste en la factura. Por la noche es aconsejable que la temperatura baje a 18 grados.
Tampoco es recomendable quitar o bajar la temperatura cuando no estamos. El esfuerzo que luego tiene que realizar la calefacción no compensa el ahorro al bajar la calefacción, eso sin contar con lo desagradable de llegar y encontrar la casa fría. Si vas a salir de viaje o pasas muchas horas fuera de casa, lo mejor es colocar un termostato digital que permita bajar un poco la temperatura durante ese tiempo, pero nunca por debajo de 16 grados.
Revisión funcionamiento
Ahora es el momento de volver a comprobar que los radiadores calientan y que lo hacen de forma uniforme. Si hacen ruido o no calientan de forma uniforme, con un destornillador plano, se puede abrir un poco la válvula para que salga el aire que haya podido meterse en la instalación. Antes de hacerlo prepara un recipiente, porque junto al aire suele salir algo de agua. Si se han expurgado los radiadores hay que volver a comprobar la presión en la caldera.
En el caso de calderas de gasoil hay que limpiar la salida de humos y los quemadores. En este sentido, si no se tiene práctica es mejor llamar a un profesional.
Si todo está perfecto, revise de nuevo el termostato y a disfrutar de un invierno también cálido, al menos dentro de casa.