No hay más que echar un vistazo a las casas “de diseño”, los catálogos de las marcas de baño o simplemente nuestro especial de baños para darse cuenta que los inodoros y bidets suspendidos están de moda. Desde luego, no sin motivo, son más ligeros visualmente, pasan más desapercibidos e incluso tienen un punto de magia, al tener oculta la cisterna.
Sin embargo, lo normal en las casas de los mortales son los inodoros y bidets convencionales —a la espera del inodoro del futuro—más o menos bonitos, apoyados firmemente en el suelo, con su cisterna a la espalda y su presencia imponente, sobre todo los inodoros, que lo convierten en el punto central del baño.
Estoy seguro que a muchos nos han tentado los inodoros y bidets colgados, de hecho a mi me haría mucha ilusión ponerlos al reformar el baño, pero tal vez por desconocimiento de sus ventajas e inconvenientes, nos hemos quedado con lo convencional.
Ventajas de los inodoros y bidets suspendidos
No es que quiera convenceros de lo maravillosos que son los inodoros y bidets suspendidos al hablaros primero de sus ventajas, pero creo que conviene empezar por ahí para desgranar un poco por qué nos atraen tanto.
1. Ligereza visual
Las piezas de baño suspendidas son muy ligeras visualmente gracias a que parecen levitar sobre el suelo. Además, al tener oculta la cisterna, son más pequeñas, y su presencia relativa en el baño disminuye considerablemente, pasando más desapercibidas.
2. Proporciones más bellas
Al poder prescindir del apoyo en el suelo, los inodoros y bidets suspendidos pueden recuperar unas proporciones más bellas y alargadas, además de una geometría más limpia, alejada del armatoste compositivo que son los inodoros tradicionales, incluso los más elegantes.
3. Un encanto místico
Igual que las terrazas en voladizo, los grandes puentes y otras estructuras imposibles, los inodoros colgados llaman nuestra atención, pues suponen un desafío a las leyes de la gravedad, sobre todo teniendo en cuenta que deben sustentar nuestras posaderas al sentir la llamada de la naturaleza.
Además, al tener la cisterna oculta, también tienen algo de magia, como si el agua surgiera de un manantial místico oculto en las paredes de casa. Un poco exagerado, sí, pero parte de nuestro cerebro se deja encandilar por estas cosas.
4. Más facilidad de limpieza
Alguna de las ventajas debía ser pragmática, y la mayor facilidad de limpieza, al poder pasar el mocho por debajo de las piezas y evitar esos rincones mugrientos e inaccesibles de los inodoros tradicionales, es una razón de peso desde el punto de vista práctico. Seguro que este tipo de inodoros nos ayudan mucho en la rutina diaria para mantener el baño limpio
Inconvenientes de los inodoros y bidets suspendidos
Ahora que ya hemos visto las ventajas, veamos qué inconvenientes tienen los inodoros y bidets suspendidos que hacen que no todo el mundo opte por ellos a la hora de decorar su baño.
1. Perdida de espacio
Como siempre digo, el espacio ni se crea ni se destruye, hay el que hay. Y si la cisterna ha de ir oculta, ha de estarlo en algún sitio, y ese no es otro que el tabique tras el inodoro.
Dicho así, parece que ganamos sitio, metemos la cisterna en la pared, y aquí paz y después gloria. Pero es que las cisternas de pared, incluso las más finas y delgadas, no ocupan menos de 8 centímetros, a lo que añadimos los herrajes para que el inodoro aguante nuestro peso, lo cual nos lleva a que no vale cualquier tabique para nuestras intenciones, y menos los habituales tabiques de ladrillo del siete o una única linea de montantes de pladur.
Por lo tanto, para poder instalar los inodoros suspendidos, hace falta contar con un muro más ancho a su espalda, lo que conllevará una pérdida de centímetros del espacio del baño, algo que no siempre se puede uno permitir en el diseño y distribución, sobre todo con baños cada vez más pequeños.
2. Mayor complejidad de instalación
Los inodoros y bidets de toda la vida son bastante fáciles de instalar y desinstalar. Es poco más que conectarlo todo y fijarlos al suelo. Por contra, colgar un inodoro no es moco de pavo, e instalar la cisterna lleva también algo más de tiempo, especialmente en tabiques de obra —en pladur, es más sencillo— lo cual nos lleva al siguiente punto.
3. Mayor coste
Dada la complejidad de su instalación, así como la necesidad de piezas específicas —colgadores, cisternas…- colocar inodoros y bidets suspendidos supone un coste significativamente mayor al de instalar las piezas de baño de toda la vida. Si estamos manejando un presupuesto modesto, es muy complicado conseguir que encajen, tanto por el precio de los materiales como por el de la instalación.
4. Mantenimiento más complejo
Aunque una vez instalada, a la cisterna se puede acceder desde el pulsador, todos sabemos lo engorroso que es manejarse con ellas cuando se estropean —algo que ocurre con frecuencia— así que por mucho que el fabricante asegure que eso no pasará, y que en ese caso se puede solucionar por ese pequeño hueco, no quiero ni imaginar el coste de tener que cambiar una cisterna empotrada.
Conclusiones
Los inodoros y bidets suspendidos son una magnífica opción para aquellos que dispongan de baños medianamente amplios, o que por disposición no suponga problema alguno un engrosamiento de la pared. Los inconvenientes de éstos prácticamente solo se presentan durante las fases de diseño —salvo el mantenimiento— y el resto prácticamente son todo ventajas.
Así, si el presupuesto y los metros encajan, suponen una sensible mejora estética del baño, aportando ligereza visual, modernidad e higiene. Pero me gustaría saber qué opináis vosotros: ¿Os gustan los inodoros y bidets suspendidos? ¿Tenéis o pondríais uno en casa?
Fuente: decoracion.trendencias.com